domingo, 20 de septiembre de 2009

Primera



Un "mago de circo" se le acercó a los hermanos Lumiere cuando hacían una presentación pública de su cinematógrafo, mostrando cómo salían los obreros de la fábrica, o un tren llegando a la estación, un físicoculturista practicando poses, y otras pequeñas escenas. El "mago" quería comprarles uno de esos aparatos para su circo. La respuesta de Lumiere fue sincera: "olvídese, no pierda su tiempo ni su plata. Esto es un aparato destinado a la ciencia, no creo que le vaya a servir para su espectáculo". El "mago" era Geroges Meliés.

Finalmente Melies se hizo con uno de esos cinematógrafos, quién sabe cómo. El asunto es que ya no se conformó con hacer lo mismo que todo el mundo, pequeñas escenitas de un minuto. Melies comenzó a contar historias con su cámara. Su primer éxito fue El Viaje a la Luna, adaptado del clásico de Julio Verne. Cohetes disparados y aterrizando en la luna, cometas y estrellas como ángeles, volcanes lunares en erupción, selenitas que explotaban cuando los golpeaban con un bastón, nada que se hubieran imaginado ni los Lumiere en tan poco tiempo. Edison, quien tenía su parte en la historia del cine en Estados Unidos con su kinetoscopio, tampoco se lo había imaginado, pero se le ocurrió inmediatamente cómo sacarle provecho.

Moviendo sus mafias logró tener una copia de El Viaje a la Luna de Melies, y la copió y copió y copió. Cientos de rollos se exhibieron en Norteamérica y fue un gran éxito. Un éxito que nunca llegaría al bolsillo de Melies, quien en poco tiempo terminaría arruinado y vendiendo pasteles en una calle de París.

Así comienza la historia del cine como lo conocemos. Más o menos. Y comienza de la mano con la ciencia-ficción, que a fin de cuentas, es el tema que nos ocupa.