Antes del 15 de marzo del presente año mi peor enemigo en una sala de Cines Unidos era la Ciencia Ficción, así: con nombre y apellido. Este género basado en lo irreal, como lo creía yo, nos mostraba puras mentiras: Matrix y Frankestein, ¡por Dios! Los creadores de estas películas sí que tenían imaginación, pero aunque las películas siempre trataran de lo “mismo”: máquinas, la intensidad de la trama era algo que solo a ellos se les podía ocurrir.

Pero hoy, 29 de marzo, escribiendo estas palabras tengo el placer de decirles, cuajada de la risa, que hasta la enemistad más férrea se puede disolver si dejas tus oídos abiertos a lo que tiene que decir una de las partes del rollo. Yo bajé la guardia un momento, respiré, abrí mi mente y, atenta, la escuché. Ahora puedo disfrutar de una película de ciencia ficción, la puedo entender, analizar y compararla con la realidad pasada, presente y futura.
La ciencia ficción no es un invento, no es algo locamente irreal, esta es la mismísima realidad humana que, llevada a su máxima expresión, muestra a los aficionados del cine una posible situación en el futuro, y si no me creen pueden ver la película alemana del año 1929: Frau im Mond (La mujer en la luna), del director Fritz Lang, en esta un científico organiza un viaje a la luna en busca de oro, y piensen ustedes ¿cuándo fue la primera vez que un hombre pisó la luna en la vida real?
Abramos nuestras mentes a nuevas experiencias, cerremos la boca y abramos bien nuestros ojos, que no se nublen por la realidad que nos rodea y dejémonos llevar al futuro, prometedor o no, que la película nos plantea…
-Tranquila hija que esa película es pura ficción, nada de eso es real.
¿Nada de eso es real? Jajajajajajajaja… yo también pensaba lo mismo.